Vivir sin televisión

Hace aproximadamente un año y tres meses que vivimos sin televisor. El día que la tele abandonó el salón y ocupó un rincón en el trastero siempre lo recordaré. Mi corazón latía con fuerza, como si estuviéramos cometiendo un delito, algo injustificado, difícil y tortuoso. Notaba como si la tele apagada me mirase desafiante y rencorosa, como pensando un "me las pagarás".

Unos cuatro años atrás, observé cómo mi hija mayor se comía sin chistar la comida que yo le metía en la boca mientras consumía imágenes en movimiento; fui consciente de que algo no iba bien. A partir de este momento todo fue a peor. La teleadicción de mis dos hijos era patente y preocupante. La relación familiar se veía resentida y enfermaba por momentos. El día a día consistía en un continuo negociar sobre cuánto tiempo ver la tele, si antes o después de comer, si antes o después de cenar, si antes de ir al cole o mientras merendamos.

Los límites se rebasaban constantemente y llegó un punto en que los llantos desmesurados y las riñas por apagar la tele eran diarios y absurdos. Mis hijos estaban enganchados a la droga más barata, poderosa y extendida que hay, y nosotros como padres éramos responsables de ello.

La decisión de echar la tele de casa no fue fácil. Yo tenía mis propios miedos. ¿Cómo gestionaría esos momentos en que todos necesitamos un poco de tranquilidad para hacer tareas tan sencillas como hacer la cena o leer un rato? ¿Tendría constantemente a mis hijos enganchados en las rodillas suplicando ver la tele mientras lidiaba con la sartén? ¿Qué pasaría en esos largos días de invierno de frío y lluvia?.

A pesar de las dudas lo hicimos. No fue un castigo. Mis hijos saben que la tele salió de casa porque enfermaba a nuestra familia, nos hacía estar enfadados y nos distraía de hacer cosas más interesantes, y así se lo hicieron saber a sus compañeros de colegio.


Ocurrió que la situación durante una semana fue mala, un síndrome de abstinencia durante el cuál había que ser fuertes y no cejar en nuestro objetivo. A partir de aquí surgió el cambio.

Paulatinamente los niños empezaron a jugar con sus juguetes y a relacionarse entre ellos. Pintaban, bailaban, saltaban y también discutían, pero interactuaban juntos, con nosotros y con el medio que les rodeaba de una manera activa. Descubrí que podía cocinar y depilarme sin demasiadas interrupciones. Solo me reclamaban en momentos puntuales para solicitar ayuda o cuando un conflicto se les escapaba de las manos.

Me tuve que adaptar yo también a la nueva situación. Ahora participo yo también con ellos ofreciéndoles actividades creativas, organizando en mi cabeza una pequeña planificación sobre cosas que podemos hacer y sitios donde podemos ir. Últimamente cocinan muchísimo conmigo y están aprendiendo un montón de cosas que les van a ser útiles en la vida. Apenas estuvieron un par de semanas reclamando la tele. Ahora solo se acuerdan de vez en cuando, pero sin malos rollos.

Y las tardes de invierno, con lluvia y frío las hemos solucionado con varios pares de botas de agua, chubasqueros y ropa de abrigo. Se divierten igual fuera de casa en invierno y en verano. Pisar las montañas de hojas del otoño y sentir un aguacero sobre el rostro les hace sentir vivos.

Por nuestra parte, no les negamos del todo los medios audiovisuales. Ellos saben que hay teles en casas de amigos y primos, y en estos lugares pueden verla. Todos los días disponen de unos 30 minutos de ordenador para ver los dibujos que ellos elijan. Son 30 minutos limpios, sin publicidad y escogiendo muy bien lo que quieren ver. Elegir un programa en el ordenador me parece más razonable que encender la tele y tragarme lo que me echen. ¿No os a pasado de dar la vuelta a todos los canales con el mando a distancia y pensar que todo era basura pero a pesar de ello no apagarla?.

Este año está siendo un tiempo de mucha actividad creativa. Realizamos juntos un montón de objetos y juguetes que requieren de habilidades que cada vez se van perfeccionando más y más. Introducimos conceptos con material Montessori y cada día disfruto más de hacer cosas junto a mis hijos.

En este blog y a petición popular, recogeré algunas de las cosas que vamos haciendo para que os den ideas en esos ratillos de aburrimiento. Muchas cosas están sacadas de Internet, personalizadas y otras son creaciones propias o de mis hijos. La mayoría de los objetos no necesitan de mucha explicación; me gusta que sea muy sencillo y que se entienda sólo con la foto cómo hay que hacerlo.

Desde aquí agradezco a toda la gente tan creativa que está detrás de la pantalla del ordenador y que nos ofrece sus conocimientos para que podamos disfrutar de ellos. Según el tiempo que tenga disponible, añadiré los enlaces que considero más interesantes y que me han servido de inspiración dedicados a las manualidades.

1 comentario:

  1. Hola:
    Genial blog. Lo he encontado al ver el comentario que has dejado en el blog de rejuega. En nuestro caso tenemos un proyector, que solo se pone en fin de semana o festivos después de comer, pero siempre es un tiempo limitado (1 hora y cuarto o eso) y del contenido que yo elijo.
    Nosotros, en lugar de en manualidades, invertimos el tiempo en juegos de mesa (aquí tienes mi blog: www.universin.wordpress.com).
    Como de manualidades soy muy limitado, me apunto el tuyo.
    Por cierto, de bloguero a bloguero, creo que tendrías que poner esta entrada siempre visible en el blog, tal y como nosotros hicimos (hay una que dice ¿por qué este blog?), así la gente podría entrar con más facilidad y leer esta entrada. No se si en blogger te dejará, yo uso wordpress.
    Un abrazo.

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